viernes, 19 de junio de 2009

Mas de la cartografía..

La cartografía (del griego chartis = mapa y graphein = escrito) es la ciencia que se encarga del estudio y de la elaboración de los mapas.

Al ser la Tierra esférica ha de valerse de un sistema de proyecciones para pasar de la esfera al plano. El problema es aún mayor, pues en realidad la forma de la Tierra no es exactamente esférica, su forma es más achatada en los polos, que en la zona ecuatorial. A esta figura se le denomina Elipsoide.


Cartografía de la vuelta al mundo

La cartografía de la segunda mitad del siglo XVI estuvo ligada a los viajes de exploración transoceánicos, al conocimiento de nuevas tierras y a la necesidad de armar y componer una visión cosmográfica real de todo el planeta y su imponente variedad a medida que todo ello se iba descubriendo.

A pesar de que Colón nunca llegó a reconocerlo, pronto los exploradores del Nuevo Mundo aceptaron que lo descubierto no eran las Indias orientales sino un nuevo continente que habría que explorar y descubrir, pero que de momento se interponía incómodamente entre Europa y Asia, que era el verdadero paraíso buscado. En la carrera por la ansiada conquista de oriente, Castilla llevaba desventaja. Los portugueses habían circunnavegado África y entre 1498 y 1515, habían establecido factorías y rutas comerciales en India y China, y además habían llegado a las Islas Molucas, las Islas de las Especias, desde donde se importaban las especias más valiosas: la nuez moscada, la macis y el clavo.
1544, Mapamundi portulano de de Battista Agnese incluyendo el trazado de la trayectoria que siguió la expedición de Magallanes en su viaje de circunnavegación de la tierra. Este cartógrafo genovés parece ser el único que dio crédito a los pilotos y marineros que afirmaban una larga distancia entre el nuevo mundo y el lejano oriente y un perímetro de la tierra mucho mayor de lo que se suponía.
Esto ocasionaba un nuevo e importante problema diplomático entre España y Portugal, pues se daba por hecho que las islas Molucas estaban al oeste del antemeridiano de Tordesillas, por tanto en territorio de influencia hispana, sin embargo los navegantes españoles no podían llegar a ellas pues, según los tratados de Alcaçovas primero y el de Tordesillas después, la ruta africana estaba vedada a los españoles.
Las expediciones castellanas tenían que navegar hacia occidente, y el nuevo mundo, cuyas dimensiones e importancia aún se desconocían, se interponía en el camino. Solo podían acceder al pacífico, al que entonces llamaban Mar del Sur, desde el nuevo continente.
1565. Copia de Paolo Forlani sobre un mapa realizado en 1546 por el cosmógrafo Giacomo Gastaldi. Muchos nombres de diversas localizaciones americanas, por ejemplo, California, aparecen en este mapa por primera vez. Era frecuente en este tipo de mapas con sucesivas reimpresiones a partir de una plancha original, añadir en las distintas reproducciones los elementos decorativos. Esta es una copia ricamente iluminada en la que se han reflejado diferentes tipos de embarcaciones, monstruos marinos y animales fabulosos poblando las partes menos conocidas del orbe y de los mares. Cartográficamente, su aspecto más destacable es, junto a la representación de un gran continente austral aún desconocido, la decidida seguridad con la que prolonga por el noroeste el continente americano para unirlo con las Indias Orientales.

Necesitaban encontrar un paso navegable que les permitiera sortear América y acceder a Asia y a las riquezas de oriente. Recordemos, además, que todas las referencias conocidas indicaban un tamaño de la tierra mucho menor al que realmente era. Por tanto el océano pacífico sería presumiblemente muy estrecho y el destino ansiado debía de estar muy cerca. Con esta idea se lanzaron los exploradores a buscar el paso que les conduciría a oriente.

La revolución náutica y comercio marítimo. Siglo XV


La necesidad de encontrar rutas comerciales y explorar nuevas tierras, ha sido desde siempre el verdadero motor de todos los viajes de exploración y descubrimiento de la historia.
A final de la Edad Media, Oriente seguía siendo el gran proveedor de las mercaderías que la sociedad europea demandaba.
Las rutas comerciales marítimas que unían Europa con las Indias se habían desarrollado en el Mediterráneo -controladas por venecianos, genoveses y aragoneses-, y en el Índico, controladas por los árabes.
A lo largo del siglo XV, potencias emergentes como Portugal y más adelante Castilla, tenían poca opción de desarrollarse en las rutas acostumbradas, por ello fueron los primeros en volver la mirada a la ruta africana y al Atlántico sur.
Y no fue mala elección, porque cuando la amenaza otomana fue estrangulando el comercio mediterráneo, la ruta atlántica estuvo preparada para tomar provechosamente el relevo y ambas naciones para convertirse en las potencias más ricas y poderosas del momento.

El crecimiento de las ciudades y el mismo dinamismo económico de la población urbana condujo a incorporar al circuito comercial una importante variedad de mercaderías ‘modestas' - tejidos corrientes, colorantes textiles, cuero, madera, cestería, herramientas, objetos cerámicos, minerales diversos, ganado etc.- cuyo precio estaba al alcance de los habitantes de las ciudades, por lo que suscitaba una gran demanda. La combinación de lujo y necesidad resultaba muy rentable, cada barco que llegaba a puerto cargado de mercancías suponía un gran beneficio para quienes lo habían fletado.


En una época en la que el comercio marítimo era la principal fuente de acceso al lujo y a la riqueza, la rentabilidad de los negocios exigía que el transporte por mar se hiciera en cargamentos grandes, capaces de absorber el coste de los fletes y también de neutralizar las frecuentes pérdidas que se producían en las travesías a causa de los naufragios, los conflictos bélicos, la piratería o las actividades corsarias. A principio de la Edad Moderna era tal la demanda de mercaderías que los mismos comerciantes, a fin de dinamizar y proteger su negocio, optaron por hacerse armadores e invertir parte de sus beneficios en construir barcos cada vez más grandes, rápidos y seguros.

Puertos de Lisboa (arriba) y de Sevilla en el Guadalquivir, en el siglo XVI

Capacidad, seguridad y velocidad eran las cualidades exigidas a las embarcaciones destinadas al transporte de mercancías. Estas cualidades no se daban fácilmente en un mismo tipo de navío; cada momento y cada proyecto requería un esfuerzo de conciliación entre la tecnología y la experiencia náutica a fin de conseguir la embarcación capaz de alcanzar con éxito el objetivo. En el siglo XV, aventurarse a navegar por el océano abierto, era todo menos seguro y para conseguirlo fue imprescindible dar un vuelco a los sistemas tradicionales de navegación.

Cartografía del Renacimiento

El Renacimiento comprende un periodo de profundos cambios en la Europa Occidental; en términos amplios se puede fechar de 1300 a 1600 al intervalo en que la edad media espiritual" dio lugar al modernismo secular"; fue el tiempo en que el arte cambio de una abstracción estilizada a una cuantificación matemática. Hoy, a varios siglos de distancia, podemos discernir en detalle estos notables cambios en el desarrollo del arte y la ciencia.

Suele definirse el Renacimiento como el descubrimiento del hombre por sí mismo; y nada contribuyó a ello como la exploración de los países ignotos a travez de la navegacion. Terminado el largo diálogo místico, el hombre se enfrenta con la naturaleza y con sus semejantes
La navegación se basó en los avances de la cartografía y su divulgación a través de la imprenta y en la evolución de las técnicas de navegar gracias a determinados instrumentos.

La revolución cartográfica llegó en 1569 con Gerard Mercator que editaba las primeras cartas y atlás náuticos con la “proyección cilíndrica”, una nueva forma de representación plana del mundo.
El siglo XV fue testigo de una constante expansión de la tierra conocida y, a su vez, de un desarrollo intelectual en el campo de la geografía que excedió la mera descripción física de los espacios para abundar también en los aspectos corográficos.

Los viajes de exploración despertaron de su letargo de siglos el interés por la geografía; la cartografía, de la mano del conocimiento empírico, experimentó un impulso y un desarrollo formidable. Los mapas del siguiente período, ya en el siglo XVI, se convertirían en representaciones detalladas del medio en el que se desarrollaba la actividad humana. Además de señalar los accidentes geográficos, ilustraron los ambientes, el contenido de los espacios, las formas de vida animales y vegetales y los aspectos diferenciales de los grupos humanos que habitaban los territorios; realizando, en definitiva, un retrato integral del hábitat de las zonas descritas.

Esta cartografía pormenorizada que se pondría de manifiesto muy especialmente en los Atlas renacentistas, vino precedida por los viajes de exploración y descubrimiento que llevaron el confín del mundo mucho más lejos de lo que jamás había sido imaginado. Y en el principio de toda esta efervescencia viajera, geográfica y cartográfica estuvieron el interés comercial y los progresos técnicos aplicados a la navegación, especialmente el comercio de oro, gran acicate de los aventureros atlánticos, y la carabela, exponente máximo de la revolución náutica.

Cartografía del Renacimiento










El Renacimiento comprende un periodo de profundos cambios en la Europa Occidental; en términos amplios se puede fechar de 1300 a 1600 al intervalo en que la edad media espiritual "dio lugar al modernismo secular"; fue el tiempo en que el arte cambio de una abstracción estilizada a una cuantificación matemática. Hoy, a varios siglos de distancia, podemos discernir en detalle estos notables cambios en el desarrollo del arte y la ciencia.


Suele definirse el Renacimiento como el descubrimiento del hombre por sí mismo; y nada contribuyó a ello como la exploración de los países ignotos a través de la navegación. Terminado el largo diálogo místico, el hombre se enfrenta con la naturaleza y con sus semejantes.

La navegación se basó en los avances de la cartografía y su divulgación a través de la imprenta y en la evolución de las técnicas de navegar gracias a determinados instrumentos.

La revolución cartográfica llegó en 1569 con Gerard Mercator que editaba las primeras cartas y atlás náuticos con la “proyección cilíndrica”, una nueva forma de representación plana del mundo.

El siglo XV fue testigo de una constante expansión de la tierra conocida y, a su vez, de un desarrollo intelectual en el campo de la geografía que excedió la mera descripción física de los espacios para abundar también en los aspectos corográficos.

Los viajes de exploración despertaron de su letargo de siglos el interés por la geografía; la cartografía, de la mano del conocimiento empírico, experimentó un impulso y un desarrollo formidable. Los mapas del siguiente período, ya en el siglo XVI, se convertirían en representaciones detalladas del medio en el que se desarrollaba la actividad humana. Además de señalar los accidentes geográficos, ilustraron los ambientes, el contenido de los espacios, las formas de vida animales y vegetales y los aspectos diferenciales de los grupos humanos que habitaban los territorios; realizando, en definitiva, un retrato integral del hábitat de las zonas descritas.


Esta cartografía pormenorizada que se pondría de manifiesto muy especialmente en los Atlas renacentistas, vino precedida por los viajes de exploración y descubrimiento que llevaron el confín del mundo mucho más lejos de lo que jamás había sido imaginado.
Y en el principio de toda esta efervescencia viajera, geográfica y cartográfica estuvieron el interés comercial y los progresos técnicos aplicados a la navegación, especialmente el comercio de oro, gran acicate de los aventureros atlánticos, y la carabela, exponente máximo de la revolución náutica.

Introducción

Los mapas más antiguos que existen fueron realizados por los babilonios hacia el 2300 a.C. Estos mapas estaban tallados en tablillas de arcilla y consistían en su mayor parte en mediciones de tierras realizadas con el fin de cobrar los impuestos. También se han encontrado en China mapas regionales más extensos, trazados en seda, fechados en el siglo II a.C. Parece que la habilidad y la necesidad de hacer mapas es universal. Uno de los tipos de mapas primitivos más interesantes es la carta geográfica realizada sobre una entramado de fibras de caña por los habitantes de las islas Marshall, en el sur del océano Pacífico, dispuestas de modo que muestran la posición de las islas.

Los primeros mapas medioevales son circulares, de acuerdo con la forma supuesta para el mundo habitado. Que algunos mapas, como el de Cosmas (S. VI), tengan forma rectangular, no quiere decir, a nuestro entender, sino que así limitaban convencionalmente lo representado, como hacemos hoy en nuestros mapas. Que en el mapa de Cosmas aparezca otro rectángulo a la derecha que representa el Paraíso, unido a aquél por ríos misteriosos, tiene un valor simbólico.
Redondos, ovalados o en forma de corazón, poco progresan en los primeros siglos los mapas medioevales; además de colocar el Paraíso en uno u otro lugar del Oriente, solían estar ilustrados con numerosas figuras de geografía física o política, especialmente con representaciones de hombres y animales monstruosos. Pero en el siglo XIV evolucionan rápidamente, al compás de las exploraciones de mallorquines, catalanes e italianos, y famosos son éstos: el de Visconti, o de Sanudo (1320), el Atlas de los Médici (1351), la carta catalana de 1375.

Ya en el siglo XIII habíase iniciado, sin embargo, un nuevo tipo de mapa más científico, con menos fantasías y figuras abigarradas, para representar las costas; son los mal llamados portulanos, cartas de compás o loxodrómicas, caracterizados por la encrucijada de líneas que los cruzan, radios de dieciséis rosas náuticas con sus centros dispuestos en circunferencia, mediante los cuales orientaban su rumbo los navegantes; son, en suma, las primeras cartas náuticas no sujetas a método ninguno de proyección, antes de que se inventara el sistema de proyección que, gracias a Mercator, resolvió el problema de trazar el rumbo exactamente entre puntos cualesquiera.

La deformidad que salta a la vista, apareciendo contraídas las dimensiones N. S. (al revés de lo que acontece en las de Mercator) radica, al parecer, en haber utilizado datos españoles o portugueses para las costas del Atlántico, expresados en leguas, que al ser erróneamente reducidas a millas de portulano produjeron esa deformación

jueves, 18 de junio de 2009

Mas de la cartografía...

La cartografía (del griego chartis = mapa y graphein = escrito) es la ciencia que se encarga del estudio y de la elaboración de los mapas.

Al ser la Tierra esférica ha de valerse de un sistema de proyecciones para pasar de la esfera al plano. El problema es aún mayor, pues en realidad la forma de la Tierra no es exactamente esférica, su forma es más achatada en los polos, que en la zona ecuatorial. A esta figura se le denomina Elipsoide.

Pero además de representar los contornos de las cosas, las superficies y los ángulos, se ocupa también de representar la información que aparece sobre el mapa, según se considere qué es relevante y qué no. Esto, normalmente, depende de lo que se quiera representar en el mapa y de la escala.